Educación familiar en cuidados paliativos
Por la Mtra. Erika Pimienta
La enfermedad es un suceso inevitable de toda persona, éste desestabiliza tanto al enfermo como a su círculo familiar.
Enfermedad viene del latín infermus: In (sin o negación) firmus (firmeza), lo que significa falta de firmeza. Esto nos hace comprender el estado físico y anímico de las personas enfermas, sobre todo cuando se trata de una enfermedad terminal.
La familia desempeña un rol muy relevante en el acompañamiento del enfermo ya que al recibir el diagnóstico de enfermedad terminal se abandonan los tratamientos de finalidad curativa y se sustituyen por cuidados paliativos, que lo que pretenden es aminorar, disminuir o paliar los síntomas tanto físicos como psíquicos y espirituales propios de la enfermedad.
Al agotarse los recursos médicos curativos, la familia cuenta con los cuidados paliativos, que incluyen el acompañamiento familiar, compuesto de la atención psicológica, emocional y espiritual para que la familia pueda comprender que el dar, no solo se refiere a desprenderse de algo material sino que tambien significa aprender a desprenderse de la vida, el dejar ir, tanto de la familia hacia el enfermo y del enfermo hacia la familia. El acompañamiento a la familia también consiste en atender las necesidades que le van surgiendo a cada integrante, para que aprendan a cuidarse y atenderse a ellos mismos, en la medida de sus posibilidades; sobre todo hablando del cuidador principal. El objetivo es brindarles un espacio en donde se sientan escuchados y comprendidos, dándoles un tiempo para ellos, comprometiéndolos también con su propia vida. Se hablan temas como el perdón, el servicio, la importancia sobre el poner límites, sabiendo cuando es adecuado ceder y cuando es necesario pedir ayuda. En concreto, en la educación familiar en cuidados paliativos, tratamos de hacer lo más saludable posible las relaciones y así hacer de los momentos más dificiles de la vida, momentos más amables y significativos.
Es necesario, resaltar la importancia de desarrollar las capacidades de dar y recibir, tanto de la familia hacia el enfermo, respetando los deseos, decisiones y dignidad de éste; como del enfermo hacia la familia, resaltando esta misma dignidad al reconocer, que mientras se tenga vida, siempre se tendrá algo que aportar y ofrecer a los demás. Consiguiendo con ello, no solo la optimización del verdadero amor familiar, sino que dejarán, además una profunda huella en la historia de su familia. Pudiendo transitar este momento de la manera más sana evitando dejar secuelas graves emocionales y psicológicas.
Los seres humanos venimos al mundo dentro de un entorno familiar, que independientemente de como se encuentre, este nos acompaña todo el tiempo, y no solo se trata de la familia de origen, sino, de todo aquel con quien se tiene una convivencia cercana, fundada en el amor y la amistad, esto crea un vínculo poderoso en cualquier ser humano y este vínculo le da fortaleza o bien debilidad, en los momentos de pérdida, momentos en que el ser humano se da cuenta de su vulnerabilidad, fragilidad y finitud. Estos momentos es cuando se necesita ser acompañado, porque solo la familia, los amigos y la gente que te ama forma una red que te sostiene y puede darte seguridad de continuar y aceptar lo que la vida te presente, incluso cuando esto sea el tener que llegar al final de ella.
Mtra. Erika Pimienta Chávez
Maestra en Ciencias de la Educación para la Familia.
Diplomada en Análisis Existencial y Logoterapia.
IMAGEN: Diseñada por Freepik.com
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