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La influencia de nuestro sistema de creencias (sentimientos y pensamientos) en nuestro organismo

Por el Dr. J. Antonio Meneses Hdez.

La complejidad del ser humano es enorme, y tan diversa como habitantes poblamos el mundo.

Cada persona reacciona y se enfrenta al mundo con los recursos que tiene, de acuerdo a las experiencias propias que le han tocado vivir y a la manera en que las ha sobrellevado o resuelto.

De acuerdo a las investigaciones del Dr. Bruce Lipton, existen 7,700 millones de formas de ver la vida y de reaccionar, cifra que corresponde a la población mundial, para el mes de diciembre de 2019.

Esta “forma de ser”, conforma lo que podemos denominar nuestro sistema de creencias, sumado al sistema de creencias que aporta la cultura, la religión, y la educación.

El sistema de creencias de un pueblo también lo podemos llamar como “el alma del pueblo” y, paralelamente, en un individuo constituirá gran parte de lo que es el alma de su persona.

Para ilustrar esto tomemos de ejemplo una situación por demás conocida. En los tiempos de Jesucristo, existía entre el pueblo judío una epidemia: la lepra. Y prevalecía la idea de que la lepra se podía transmitir con el solo hecho de mirar o que lo mirara un leproso. Por este motivo, a estos enfermos se les confinaba a vivir en cuevas, localizadas distantes de la ciudad, sin asistencia sanitaria, únicamente recibiendo la ayuda de personas generosas y compasivas que les ayudaban a limpiar sus heridas y les proporcionaban comida. Debo agregar que al enfermo se le cargaba con una culpa, y se decía que la enfermedad era el resultado de la ira de Dios, como castigo por haber pecado.

Han pasado 2000 años y hoy sabemos que la lepra es una enfermedad infecto-contagiosa, producida una bacteria perteneciente al grupo de las Mycobacterias que es, el Mycobacterium Leprae. Se sabe además, que efectivamente se trata de una enfermedad contagiosa, pero que el contagio se establece, con el contacto íntimo con la persona enferma (dormir en la misma cama), por un periodo de 20 a 30 años.

¡Que diferente sistema de creencias el que se tenía hace 2000 años, al que prevalece en la actualidad!

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Pero definitivamente en aquel tiempo, algunas personas se enfermaban con solo mirar a un enfermo. ¿En qué consistía esto? En la competencia o eficacia de su sistema inmunológico. Aquella persona que creía firmemente y hacía suya, tanto en su pensamiento como en su sentimiento, el postulado vigente en ese tiempo acerca del modo de transmisión, debilitaba su sistema inmunológico y se producía un terreno fértil para expresar la enfermedad, a manera de espejo.

Hoy sabemos que la lepra se contagia mediante las expulsiones de gotitas de secreciones nasofaríngeas, durante las crisis de tos o los estornudos; además del contacto con las secreciones nasales. Pero como lo mencioné anteriormente, con un contacto prolongado, ya que la lepra es una enfermedad poco contagiosa.

¿Qué es lo que hace entonces el que se debilite el sistema inmunológico? El miedo. El miedo a contraer la enfermedad, el miedo al rechazo, el miedo a la muerte.

Ahora se sabe que durante la permanencia de este sentimiento (miedo), el cerebro segrega neurotransmisores, neuropéptidos y hormonas, que deprimen y más aún, inactivan la respuesta inmunológica o sistema de defensas y esto es lo que hace que se contraiga cualquier enfermedad infecciosa o no infecciosa, por un proceso de imitación.

Todo esto sucede a nivel subconsciente, por lo que la persona no esta “despierta” o al tanto de este hecho y mucho menos desea tener determinada enfermedad; pero justamente “a eso que le teme es lo que más padecerá”.

Otro sentimiento insano también es la Angustia, que mediante una vía similar, produce la depresión inmunológica o hasta la anergia (debilidad o falla del sistema inmune).

Ahora bien, ¿de dónde proceden estos sentimientos? Sabemos que estos estados son propios de la naturaleza humana, al igual que la alegría, la ira, el gozo, etc. Lo enfermizo, es cuando tienen una duración de más de 3 días; es decir se hacen crónicos. ¿Y qué es lo que los hace crónicos? En nuestro tiempo, que existe una gran cantidad de miedo y angustia; y es la prensa, los noticieros, los medios masivos de comunicación, los que hacen que se difunda una creencia, que muchas veces, no tiene un sustento real y aún más, se encargan de amplificar la noticia, porque se sabe que lo que más vende es el miedo. Las personas se hacen adictas a la secreción de las hormonas que se disparan durante el estado de miedo y permanentemente están buscando más información del acontecimiento, que les haga sentir más miedo y por ende más producción de cortisol, adrenalina, nor-adrenalina, etc.

Ahora bien, actualmente vivimos cada vez más un mundo vacío, muchas personas carecen de un sentido espiritual en sus vidas, todo es materialista, ya que la ciencia nos ha enseñado que todo lo que no es sujeto de medir o pesar, no existe. Y aquí entramos al concepto más importante dentro del tema: ¿Dios existe?

Para la ciencia no –porque no se puede medir ni pesar-. Para la persona espiritual su existencia es innegable. Se manifiesta en un cielo estrellado, en el sol, en las flores, en el canto de los pájaros, en los frutos que paladeamos y nos nutren. No existe en la actualidad ninguna ciencia por muy evolucionada que sea que pueda crear una sola semilla que se convierta en un árbol.

¿Pero qué se debe hacer para creer en Dios? El creer en Dios requiere tener fe en Él. Y ¿qué es la fe? La palabra proviene del latín fides, que significa lealtad, fidelidad, y su definición es “tener esperanza en lo que no se ve, pero la certeza de que es verdadero”.

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), decía “Si quieres conocer que tan grande es tu fe en Dios, pregúntate que tan grandes son tus miedos”.

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Actualmente gran parte de la humanidad se encuentra sumida no en un miedo, sino pánico por una “Pandemia de origen viral”. Esto lo debemos interpretar de una manera espiritual: tenemos fe en que existe un virus que nos han dicho puede matarnos, pero que con sencillas operaciones como lavarnos las manos, no tener contacto con otras personas y quedarse en casa, le damos batalla… en nuestro inconsciente, nació ya la fe en el virus y entonces viene el miedo, resultante de una falta de fe en Dios, ¿no resulta paradójico? “Fe en el virus, falta de Fe en Dios”.

¿Qué debemos hacer en estos tiempos de “Pandemia”, considerando al virus como el enemigo?

Jesucristo cuando iba a ser entregado dijo a sus apóstoles en 3 ocasiones: “manténganse despiertos, mientras yo voy a orar porque el enemigo viene”, hasta que finalmente, el enemigo llegó y éstos se encontraban dormidos.

De un modo similar el Dr. Rudolf Steiner, creador de la Antroposofía, cuando le preguntaron que había que hacer en caso de una epidemia contestó: “Mantenerse despiertos”.

¿Y a qué se refiere el estar despierto? A estar en un estado de conciencia superior a la ordinaria, mediante la oración, la meditación, la reflexión. Estar en contacto con uno mismo y con Dios (Ser Superior, con el nombre que le conozcamos). Esta es la mejor forma de enfrentar una “Pandemia”.

Especialmente en esta semana tan especial, deseo que todos ustedes se mantengan despiertos y despierten su fe en Dios.

Una reflexiva Semana Santa y Pascua.

Picture of Dr. J. Antonio Meneses Hdez.

Dr. J. Antonio Meneses Hdez.

Rector del Instituto Mexicano de Inmunología General
e Inmuno-Oncología A.C.

IMÁGENES: Encabezado – Diseñada por kjpargeter/Freepik.com
Pintura: Eugène Burnand, “Friar Bentivoglia tends a leper”.
Oración: Diseñada por jcomp/Freepik.com

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Revista 5 – Mayo2020

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