Hablando de cultura en relación al Notario en México, el siglo XIX (diecinueve), fue sin duda de mucho desorden en la política y lo social, y por consiguiente, también para el notariado mexicano. La primera manifestación clara de ese desorden surge en 1810 con el movimiento de Independencia y su consumación en 1821, con el establecimiento del Primer Imperio. En menos de cincuenta años tuvieron vigencia cuatro Constituciones Políticas: la de Cádiz en 1812 y después las de 1824, 1836, y 1857; estallaron guerras fraticidas entre centralistas y federales, liberales y conservadores; se dieron dos intervenciones extranjeras: una norteamericana y otra francesa; el territorio nacional quedó reducido en poco más de la mitad de su superficie por la Guerra contra Estados Unidos; se instauró un segundo imperio; hubo cuatro virreyes y más de cincuenta presidentes. A pesar de todos esos acontecimientos, los ciudadanos se sentían seguros de sus propiedades gracias a los Notarios (Castillo, s.f.).

En el México prehispánico (antes de la llegada de los españoles), no existían leyes de carácter civil, ni tampoco su tradición escrita estaba muy definida. No había registros acerca de las propiedades, de las parcelas, ni de las chinampas (lugares similares a un pantano). Cuando había una nueva familia, y si era necesario, se permitía al individuo desecar (quitar la mayor cantidad de agua de las chinampas colocando hierba seca para que pudieran sembrar en una pequeña porción del lago) para que obtuviera tierra de arado suficiente. El Notario Público era conocido en ese tiempo como “El Tlaculio”, quien a su vez, era el artesano azteca que dejaba constancia de los acontecimientos por medio de los signos ideográficos y pinturas, con los que se guardaba memoria de ellos de una manera creíble (Sánchez, 1976). La primera organización notarial que se estableció en México, fue la cofradía de los Cuatro Evangelistas. Desde 1947 los escribanos de la Ciudad de México, decidieron formar una cofradía que llamaron “De los cuatro Evangelistas”.

El Notario, en la actualidad, es una persona física con amplios conocimientos en Derecho -un experto en el Derecho- que reviste un papel fundamental en la actividad del Estado; dentro de todas las figuras creadas por el derecho, es el notario una pieza de especial entendimiento, ser un auxiliar en la función pública y, a su vez, no ser una institución pública lo convierte en alguien especial, como dicen algunos tratadistas del Derecho: “con un nicho aparte”, al que, en un determinado momento, se puede acudir para buscar una certeza jurídica, sobre todo en lo que a la propiedad se refiere.

La confianza que debe inspirar se convierte en su mayor Don, la Fe Pública con la que cuenta, permite a los usuarios obtener una certeza jurídica sobre los actos jurídicos que ante él se celebran y, de forma particular, sobre el Testamento.

Los Testamentos son “Instrumentos Jurídicos” que conceden certeza al testador (persona que otorga el testamento) sobre su voluntad en relación a la trasmisión de la propiedad de sus bienes y la forma de disponer de ellos, es decir a quien le va a heredar y la forma en la que va a distribuir esa herencia, sin embargo, aún se suele escuchar que al hablar de un Testamento también se habla de muerte, una comprensión totalmente cultural, pues mientras en México existe un día en que se celebra el día de muertos, es en este otro contexto, que se prefiere muchas veces no hablar de ello y como consecuencia no hacer un testamento en tiempo y forma, incluso en ocasiones a sabiendas de que no existirá esa certeza jurídica sobre los bienes y esto puede generar problemas principalmente entre los familiares quienes tengan derecho a recibir una herencia.

Cada día se incrementa la cantidad de personas que acuden ante el Notario Público en México, con la finalidad de ser asesorados sobre los distintos tipos de Testamento que las leyes contemplan, pues cabe mencionar que cada Estado cuenta con su propia ley notarial, así como sus códigos civiles que son los que contienen lo relativo a los bienes entre particulares, esto significa que va cambiando culturalmente la decisión de los ciudadanos al acudir ante el Notario Público a realizar sus actos.

El número de testamentos hechos en Querétaro ante una Notaría, supera los 130 mil documentos, lo que coloca a la entidad en el lugar 10 a nivel nacional, esto lo dio a conocer, Gabriel Mauricio Moya Alessio Robles, director general adjunto a la Secretaría de Gobernación (Universal, 2019).

El conocimiento sobre los servicios que se ofrecen en una Notaría, los costos que pueda representar el realizar actos jurídicos y la confianza que se debe tener ante el Notario de libre elección por parte de los usuarios, representan cuestiones a tener en cuenta al momento de elegir a un Notario, es importante acudir a las Notarías y conocer la diversidad de actos que pueden hacerse ente ellos, contrastar los costos de sus servicios, considerar la confianza que inspire el Notario y el profesionalismo con el que deben conducirse, para que al unirse estas circunstancias, se tome la mejor decisión sobre la elección, además, es importante que al acudir se resuelvan todas las dudas que puedan tenerse, como por ejemplo, los gastos de las operaciones tratándose de impuestos, avalúos, peritajes, etc., y, en general, sobre los alcances jurídicos de los actos que se deseen realizar.

Por otro lado, un testamento debe hacerse de forma libre de toda violencia e intimidación y preferentemente en un momento en que las condiciones sean favorables para quien va a dejar la herencia, como por ejemplo, el estado de lucidez de quien otorga el Testamento, la capacidad de trasladarse a la Notaría, y las circunstancias del entorno propiamente del testador, pues si bien, al menos en la ley notarial del Estado de Querétaro establece hoy en día que se puede cambiar, tantas veces se desee la disposición testamentaria; es necesario saber que eso conlleva, tanto un costo en tiempo, como económico, por lo anterior, es de suma importancia el contar con las condiciones más óptimas que favorezcan el dejar constancia por escrito de la voluntad, esto permitiría evitar, en un futuro, que existan diferencias entre quienes pudieran tener derechos sobre los bienes heredados, así como demandas judiciales ante tribunales, que muchas veces son procesos costosos, desgastantes para las partes y extensos en el tiempo y ponen en riesgo la relación de los familiares que tengan derecho a heredar, pues en muchas ocasiones, las familias terminan desintegrándose por la llamada “repartición de la herencia.”

Así mismo, es importante que quien va a dejar un testamento este consiente de lo que esta haciendo en ese momento, pues debe estar seguro de como quiere que se reparta la herencia para evitar problemas, como ya me mencionó, principalmente con la familia.

Finalmente, resulta conveniente que una vez que se tengan cubiertas las condiciones como asesoramiento, ya que por ejemplo muchas personas no saben que se pueden heredar “bienes” que no existan al momento de hacer el testamento pero que si pudieran existir en un futuro, o que se puede dejar una herencia a una persona que aún no exista, pero que “pueda existir en un futuro”, también es importante tener un acompañamiento de personas que sepan sobre testamentos, certeza y confianza entre otras condiciones, para que se acuda ante un Notario Público a realizar un Testamento, pues quedará de forma clara, precisa, informada y libre de toda coacción, estipulado en un instrumento jurídico la decisión de cómo y a quien se le van a heredar los bienes, así como de la tranquilidad y certeza jurídica tanto del testador como de los beneficiarios.