Fisioterapia en cuidados paliativos
Por la Mtra. y Fisioterapeuta Lucero A. Meneses S.
Cuando la vida nos pone en el camino a alguna persona para acompañarle, ya sea como familiar o como profesional de la salud, en su proceso de partida de este mundo o cuando atraviesa por un proceso de enfermedad degenerativa (larga y dolorosa), una de las cosas que más deseamos y pedimos es que la calidad de vida de ese ser humano al que acompañamos sea la mejor posible, aun dentro de sus circunstancias particulares.
Algunos de los problemas más comunes a los que nos enfrentaremos entonces con la persona, pueden ser: úlceras por presión, edemas, pérdida de movilidad, problemas digestivos como el estreñimiento, problemas respiratorios, hipersensibilidad en la piel, entre otros. Es entonces cuando la fisioterapia ayuda previniendo estos problemas, o en el caso de ya estar presente alguno(s) y cualquiera que sea la circustancia, evita que avance más o de manera más rápida.
Para conseguirlo, la fisioterapia se vale de agentes físicos, tales como el movimiento (activo, pasivo o asistido), masaje, aplicación de calor o frío (mediante compresas y, en el caso del calor, también con determinados tipos de luz o de ondas sonoras), aplicación de luz (luminoterapia), de electricidad (electroterapia), uso del agua (hidroterapia), del sol (helioterapia), el uso de barro y plantas en compresas o cataplasmas (estos últimos utilizados más frecuentemente dentro de la medicina alternativa), etc., es decir, agentes físicos que son elementos naturales y por tanto, están presentes también en nuestro cuerpo y por lo tanto, nos ayudan cuando se prescriben debidamente.
¿Y qué logramos con esto? Pues en gran medida, mantener el cuerpo físico de la persona a la cual acompañamos, en la mejores condiciones posibles para brindarle una mejor calidad de vida, apoyando a su vez al tratamiento médico para aliviar algunos tipos de dolor.
Y cuando hablamos del dolor del cuerpo físico, de los agentes físicos que se aplican en el tratamiento fisiterapéutico y nos damos cuenta de que en estos momentos el cuerpo de la persona enferma no sólo está totalmente frágil y su alma sumamente expuesta, sino que además ambas están muy vulnerables, entonces nos damos cuenta también de que el tratamiento fisiterapéutico debe ir mucho más allá de sólo la parte física del cuerpo, pues no sólo se está tratando el cuerpo del paciente sino también, a través de éste, su alma, la cual también sufre de dolor, de ansiedad y de angustia al verse cada vez más vulnerable y, por sus mismas circunstancias de movilidad, se encuentra más alejado del mundo que le rodea, de los sitios y la naturaleza que solía frecuentar.
Suena paradójico, pero un fisioterapeuta digamos que puede conectar al paciente con el mundo, para ayudarlo a su vez a despedirse del mismo; es decir, debe no sólo tratar el cuerpo físico del paciente mediante esos agentes externos antes mencionados, sino también el alma del paciente a través de los propios agentes internos del terapeuta para ayudar a despertar los del paciente; y dichos agentes internos no son diferentes a los empleados en el cuerpo físico, son los mismos pero en una cualidad más elevada: calidez, movimiento (aun en el pensamiento, meditación), energía “vibra” que le transmito, luz en la palabra compartida y en los ojos que le miran, objetividad y entereza para reconocer sus necesidades y apoyarle…
Como pueden notar, sigue siendo calor, movimiento, electricidad, diversos tipos de luz, frío…. Todos, instrumentos de cualquier fisioterapeuta y de cualquier ser humano. Así que observemos muy atentamente, contemplemos y conectémonos con ese ser humano al cual acompañamos para crear una melodía única para él, seamos no sólo su fisioterapeuta, seamos ese puente que lo conecta con su mundo, ahora en un nivel menos material pero igual de significativo; ese puente que también le ayudará a alcanzar el otro lado del camino.
¿Pueden imaginar el poder recrear a partir de nuestra voz y de nuestra palabra, de nuestra calidez, ese mundo conocido y apreciado por la persona, para que su alma contribuya en esas movilizaciones necesarias para su cuerpo? Les puedo asegurar que el hacer ese movimiento será menos doloroso para el paciente.
¿Recibir el sol, una compresa caliente o un masaje relacionándolo con aquello que ha sido significativo para la persona, ya sea porque lo tuvo o porque le hizo falta, como un abrazo o un toque de calidez? Será siempre mucho más reconfortante que sólo dejarle la compresa por determinados minutos (como si sólo se tratase de la carrocería de un coche).
Recuerdo a una gran mujer atendiendo a su mamá, a la que llevaba a caminar: “a darle una vuelta al mundo”, como le decía, pues a la mamá siempre le gustó mucho viajar, y de esta forma la mamá caminaba más, y más contenta (aunque obviamente sólo caminaban dentro de la casa), que cuando sólo le decían “vamos que ya te toca caminar y tienes que hacerlo para que estés mejor”, pues aunque lo hacía, hasta parecía que el cuerpo le pesaba aún más. Esa luz de la imaginación, esa calidez que conecta su alma con aquello que ama, eso moverá no sólo su cuerpo, sino también su alma.
Creo firmemente que especialmente en cuidados paliativos, un fisioterapeuta puede hacer aún mucho más, no sólo por el paciente sino también por la familia, ya que en muchos de los casos, la familia o los cuidadores deberán aprender a dar ellos mismos este tratamiento a la persona enferma, debido a la frecuencia con que debe ser aplicado el tratamiento, y dependerá mucho de la forma en que aprendan a realizarlo, la forma en que lo aplicarán. Los invito a que hagamos y transmitamos nuestro trabajo como verdaderos seres humanos.
Mtra. Lucero A. Meneses Sánchez
Mtra. en Arte Terapia Antroposófica. Fisioterapeuta.
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2) Wish – Caricatura por Ana von Rebeur