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Escuchar nuestro interior

Por la Psic. Verónica Montaño

Al encontrarnos en tiempos de la pandemia, hay una obligación biológica de permanecer en casa para salvaguardar nuestra salud. Son tan inciertas e inevitables las circunstancias de vida en que nos encontramos hoy, que pueden venir a nosotros sensaciones de amenaza y miedo, y hacer que aparezca la ansiedad.

El miedo y la ansiedad son dos estados en que proyectamos exceso de futuro, es decir que no estamos en el presente, y nos bloquea la comunicación con nosotros mismos, inclusive preguntarnos qué pasa ahora que estoy conmigo.

¿Quién puede transitar de manera pacífica ante la adversidad? Quien reconoce y acepta las dificultades, lo vulnerable y, en profundidad, la impermanencia (el cambio) de todo lo que nos rodea: las actividades diarias, los lugares que visitamos, las personas que disfrutamos, nuestro propio cuerpo… y ante la vulnerabilidad de dicha realidad acepta las adversidades con paciencia, así, sin esperar nada, sólo aceptando, aparecen la serenidad y la paz. Esto es totalmente posible para quien tiende a relacionarse bien consigo mismo en el presente, en la impermanencia -según los budistas-, el logro de la renuncia al sufrimiento.

Entonces, ¿qué puedo hacer yo que estoy preocupado de cosas importantes, del día a día y las contradicciones? Es posible que después de la recesión de la pandemia, pudiera haber cambios estructurales como la economía y deberíamos reflexionar que en cualquier cambio social, dos tercios de la población regresaremos al mundo habitual y agresivo. ¿Te estás preguntando si hay aprendizaje y hacia dónde va a ir tu vida cuando esto pase? Observa que sensaciones te ocurren.

Durante el confinamiento, debemos salvaguardar la salud física y mental de nuestra familia y la propia, por esto, generemos un ambiente amable para todos, donde se platique en la mesa, dar el tiempo para agradecer al proveedor de la casa, valorar y aprender que no somos perfectos y que podemos comunicar nuestros sentimientos. Una herramienta infalible, es hacer uso del tiempo fuera para cada miembro de la familia, esto es, que se comuniquen el tiempo que cada quien requiere para estar en soledad (10-60 minutos). Ese tiempo fuera será respetado por todos, y de esta manera cuidamos la importancia y el bienestar de cada miembro de la familia.

Podemos disminuir sensaciones de malestar desde el lenguaje, es decir, si cambiamos las palabras y dejamos de decir, por ejemplo, que “estamos encerrados”, y transformarlo diciendo que “estamos invitados a estar en casa” con nosotros mismos. Explorar actividades nuevas, con la confianza de que podemos crear algo, como cocinar un platillo por primera vez, zurcir aquellas prendas que dejamos en espera para cuando “hubiera tiempo”. Muchas veces hemos deseado estar en casa y si no aprovechamos este tiempo, será como perder una valiosa oportunidad y quedarnos sin aprender nada, es decir, que no estamos viviendo en el presente.

“Si la situación tiene solución, no te preocupes y soluciónalo, si no tiene solución no te preocupes no tiene sentido”, dicen los antiguos sabios. La paciencia es una virtud muy preciada, y cultivarla requiere adiestrarse en identificar cualquier malestar, por mínimo que sea, respirar, calmar nuestra mente y permanecer como la piedra. La virtud de la piedra es que aunque la pises, no se deja modificar, es decir, es la dureza (integridad) que hace permanecer lo que somos, suceda lo que suceda.

Cuando tengamos una sensación de molestia o irritación, debemos tomar tiempo, respirar y alejarnos del lugar unos momentos si lo necesitamos, y permanecer como la piedra, es decir, la situación que me molesta, me irrita, me entristece, ahí está y no la puedo cambiar, pero mi reacción ante ello es lo que sí puedo cambiar, y si me determino a resolverlo con paciencia, entonces mis reacciones vendrán más calmadas y serenas… Después podremos contemplar el beneficio de la paciencia, que es estar en paz ante cual- quier situación.

La paciencia surge de la confianza y está conectada con el presente. La cuarentena va a terminar, es temporal, y podremos descubrir que las problemáticas y preguntas que nos hacemos en el transitar, se resolverán, así que procuremos tener una actitud de gratitud y confianza con el presente. Elegir vivirlo como una oportunidad y no como una tragedia es sacarle provecho para aprender de las adversidades, y si a mi nivel de conciencia hay un llamado a poder contemplar en soledad la impermanencia, como resultado, refieren los budistas, la conciencia mental experimenta la liberación del sufrimiento.

Hoy es el momento de escucharnos: si tenemos miedo o angustia, hacernos preguntas importantes, entrar en el silencio y modificar algo en nuestro interior, en nuestro corazón.

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Psic. Verónica Montaño

Lic. en Psicología Clínica. Psicoterapia e intervención en crisis.
Diplomada en acompañamiento terapéutico.

IMAGEN: Diseñada por Freepik

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Revista 5 – Mayo2020

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