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La importancia del sueño y descanso

Por la Dra. Xochitl Meneses

Cuantas veces, los cuidadores por estar atentos cuidando de un ser querido que está enfermo, pasan por alto el descanso e incluso el sueño.

Esto no solo ocurre con los cuidadores, también con los médicos que están al pendiente de su paciente, sobre todo, cuando algún síntoma persiste o bien cuando el paciente se encuentra en una fase de agonía, la cual demanda mucha más atención.

El poder dormir durante la noche ayuda a regenerar diversas hormonas y sustancias que necesita el cuerpo para poder funcionar adecuadamente, un ejemplo importante es la obtención de energía, la cual no solo se genera a través de los alimentos, sino también de diferentes sustancias que produce nuestro cuerpo durante la noche, como por ejemplo, el cortisol, la glucosa, hormonas tiroideas, hormonas sexuales, hormona del crecimiento, la cual además de ayudar a crecer a los niños, ayuda a los adultos a no envejecer prematuramente, etc. Estas sustancias entre muchas otras más, tienen un horario establecido para poderse producir, y a este fenómeno se le conoce como ritmo circadiano.

Estas hormonas trabajan de la mano con otras sustancias secretadas por nuestro sistema nervioso y el sistema inmunológico, es decir, las defensas que protegen nuestro cuerpo. Así que, si alguna hormona no se produce de manera correcta, seguramente repercutirá en el funcionamiento de alguno de estos sistemas o incluso en ambos.

Si bien, durmamos o no, la generosidad de nuestro cuerpo cumple su propósito de mantener una armonía funcional y produce estas sustancias durante la noche a pesar de no respetar el descanso (sueño). Sin embargo, si se prolonga con el tiempo un mal dormir como el insomnio o hábitos de trabajo nocturno que lo impida, llegará un momento en el cual el cuerpo estará agotado de continuar generando estas sustancias y se verá reflejado en nuestra salud, resultando en enfermedad.

Young caucasian handsome man sleeping on white bed home portrait. Top view background

La falta de sueño o un mal dormir afecta nuestro pensamiento, emociones y conductas, antes de traducirse en enfermedad. Como, por ejemplo, podemos tener por la mañana una mala memoria por no tener la energía necesaria para poder concentrarnos y poner suficiente atención en lo que hacemos. Nuestro procesamiento intelectual se verá muy afectado ya que se hará mas lento o muy difícil para poder resolver problemas o para la creatividad.

Emocionalmente podemos andar muy irritables e iracundos o bien presentar episodios depresivos y de llanto fácil. Todo esto repercutirá en nuestra manera de relacionarnos con los demás y con el medio que nos rodea. Nuestros afectos pueden verse afectados por intolerancia o evasión, generando un ambiente de gran confusión de pareja, familiar o laboral. Cuando se cree que el amor o el interés se ha perdido, antes que nada, hay que valorar cómo es nuestro descanso al dormir, tanto en cantidad como en calidad. Quizás lo que tengamos es demasiado cansancio.

Sabiendo que nuestro laboratorio interno funciona durante la noche, y necesita apagar la luz de nuestra conciencia en estado de vigilia, para poder contar con la energía necesaria para el procesamiento y síntesis de sustancias que el cuerpo necesitará para el día siguiente, podemos darnos cuenta de que nuestra salud no solo depende de un bien comer, sino también en un bien dormir.

El bien dormir significa perdernos en la nada, es decir soltando, liberando problemas y pendientes y no sólo esto, también incluso planes o proyectos que nos causan gran entusiasmo. Significa “soltar todo el control que creemos tener en la vida”.

Cuando tenemos un familiar enfermo o un paciente, pensamos que, si nos quedamos dormidos o si nos vamos a descansar a algún otro sitio, algo malo les podrá pasar y… quizás pueda suceder o quizás no. Hay situaciones en la vida tales como la muerte, que son totalmente impredecibles.

El depositar toda la responsabilidad en nosotros mismos, además de ser una pesada carga en nuestra espalda, también tiene cierto grado de ingenuidad al pensar que gracias a nosotros las cosas marcharán mejor. Creemos ingenuamente que tenemos el control de la situación y que nadie puede cuidar mejor que nosotros, hacer las cosas mejor que nosotros o que los problemas los podemos resolver, si todo el tiempo estamos pensando en ellos, llevándonos una gran diversidad de escenarios a la cama.

Pero ¿cómo podemos madurar este pensar?, ¿cómo poder hacer un buen hábito e higiene de nuestro sueño para que éste sea saludable, es decir, profundo y reparador, si tenemos a nuestro cuidado un enfermo o somos los responsables de alguna situación que amerite nuestra presencia física o mental?

Primero que nada, pidiendo ayuda, “confiando en la capacidad de los demás” y apoyándonos en alguien, hacer equipo, es decir delegando y creer que el otro también puede hacerlo tan bien como uno. Y en cuanto a la incertidumbre solo nos queda “confiar en la vida”, vida que es abundante y nunca se agota, vida que es generosa porque siempre se nos está dando. Vida que se retroalimenta así misma y por tanto es siempre cambiante. Así que “nada es para siempre” ni la felicidad, ni la tristeza, ni los problemas ni el éxito, ni la salud ni la enfermedad, ni el gozo ni el sufrimiento. Tampoco la presencia física de nuestros seres amados.

Con lo anterior creo que parte de nuestra maduración, además de aprender a confiar, es aceptar que somos frágiles ante la vida cambiante y aquí está implícito el tiempo. Aceptar que no somos dueños del tiempo y que por más que queramos alargar el día o hacer que las cosas pasen en un tiempo determinado, es algo que no podemos controlar.

Nuestro cuidado también depende de nuestro descanso, de encontrar en otro nuestro apoyo, nuestro regazo, y en este “saber bien cuidar” está el amor, el trabajo en equipo.

Hagamos nuestro trabajo de manera eficiente sin insistir en el resultado, confiando en que éste es el broche de oro del destino, de la vida, de Dios.

Con esto comprendo y confirmo la sabiduría contenida en la frase utilizada por nuestra gente, cuando decimos: “uno pone y Dios dispone”: Responsabilidad, Aceptación y Confianza.

Y… ¡a dormir, se ha dicho!

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Dra. Xochitl Meneses

Médica paliativista y logoterapeuta IMCUPAL CreeSiendo Juntos

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Revista 6 – Sep 2020

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